La industria musical ha sido testigo de un acontecimiento histórico con la adquisición de Hipgnosis Songs Fund (HSF) por parte de Blackstone, una de las firmas de inversión más importantes del mundo. Esta transacción, valorada en $1.584 mil millones, representa un punto de inflexión en el mercado de los derechos musicales y refleja el creciente interés de los inversores institucionales en este sector.
El 8 de julio, los accionistas de HSF aprobaron la oferta de Blackstone, con un 99.97% de las acciones votando a favor del acuerdo. Este resultado superó con creces el umbral requerido del 75%, disipando los temores previos de que algunos accionistas pudieran bloquear la venta. Entre los principales accionistas se encontraban TIG, Glazer Capital, Kryger Capital y Sand Grove Capital Management, quienes finalmente respaldaron la transacción.
La adquisición no solo abarca el capital de HSF, sino que, considerando la deuda y otros factores, eleva el valor empresarial de la compañía a aproximadamente $2.200 millones de dólares. Esta valoración supera el precio acumulativo original de adquisición de los activos por parte del fundador de Hipgnosis, Merck Mercuriadis, lo que subraya el crecimiento y la apreciación del valor de los catálogos musicales en los últimos años.
Con esta adquisición, Blackstone se posiciona como un actor dominante en el mercado de los derechos musicales. La firma ahora controlará dos carteras significativas bajo la marca Hipgnosis: HSF y Hipgnosis Songs Capital (HSA). Esta última incluye activos e intereses asociados con artistas de renombre como Leonard Cohen, Justin Timberlake, Justin Bieber, Nelly Furtado y Kenny Chesney, ampliando así el alcance y la diversidad de su cartera musical.
Un aspecto crucial de esta transacción es la continua colaboración con Hipgnosis Song Management (HSM), dirigida por el CEO Ben Katovsky. HSM seguirá asesorando tanto a HSF como a HSA, asegurando una gestión experta de estos valiosos activos musicales. Se cree que Blackstone mantiene una participación mayoritaria en HSM, lo que refuerza aún más su posición en el ecosistema de la industria musical.
Es importante recordar que la adquisición coincide con la salida de Merck Mercuriadis, fundador y presidente de Hipgnosis Song Management. Mercuriadis ha expresado su intención de dedicar más tiempo a abogar por los derechos de los compositores, un gesto que refleja los continuos debates sobre la compensación justa en la era del streaming.
La estrategia global de Blackstone.
Esta movida de Blackstone se enmarca en su estrategia global de inversión diversificada. Con mil millones de dólares en activos bajo gestión en diversos sectores, la adquisición de HSF representa una apuesta significativa en la industria del entretenimiento y los derechos de propiedad intelectual.
La transacción no solo resalta el valor creciente de los catálogos musicales como activos de inversión, sino que también señala un cambio en la dinámica de poder dentro de la industria musical. Con inversores institucionales de gran envergadura como Blackstone entrando en el mercado, es probable que veamos un aumento en la profesionalización y la sofisticación financiera en la gestión de derechos musicales.
A medida que la industria continúa evolucionando, será fascinante observar cómo este cambio de propiedad influye en las estrategias de monetización y en la relación entre los creadores de música y los inversores institucionales.
La adquisición de HSF por parte de Blackstone no solo incluye el capital de la empresa, sino que también abarca su valor empresarial, que se estima en aproximadamente $2.200 millones de dólares. Esta valoración supera el precio acumulativo original de adquisición de los activos por parte de Merck Mercuriadis, el fundador de Hipgnosis, lo que refleja el creciente valor de los catálogos musicales en los últimos años.
A medida que la industria musical sigue evolucionando, esta adquisición de Blackstone marca un punto de inflexión en la relación entre los creadores de música y los inversores institucionales. Es probable que veamos un aumento en la profesionalización y la sofisticación financiera en la gestión de derechos musicales, lo que podría tener un impacto significativo en las estrategias de monetización y en la compensación de los artistas.
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